viernes, 22 de febrero de 2013

Azorín (1873-1967)

Hace treinta años justos, cuando murió Azorín, escribí unas palabras que quiero recordar.
"Ahora se han cerrado los ojos de Azorín, que tanto miraron, que tanto supieron ver. Llenos de realidad, de paisajes, de calles, de tiendas de pequeños oficios, de conventos, fondas, álamos junto al río, gentes afanadas, viejos trenes, viejos libros. Letras, innumerables letras menudas que hasta ayer leían desnudos, sin cristales, velados sólo por la melancolía; esas letras que supo acercar tanto a nosotros, que ahora las llevamos cerca del corazón.
Se ha acabado el tiempo de Azorín, ese tiempo tan largo -tan corto hoy-, que consumió en pensar sobre él, en asistir afanosamente a su curso, tratando de convertirlo, con la magia de la palabra, en remanso.
Se ha doblado la última página de su libro, y ahora tenemos que darle la vuelta, con un esfuerzo doloroso, para releerlo, para revivirlo. Qué triste, hablar de Azorín en pretérito, como si fuera uno de sus personajes, de los que creó o los que resucitó salvándolos de la erudición y el olvido.

Se va uno de nuestros grandes viejos entrañables, de esa prodigiosa, increíble generación del 98, que nos salvó del anacronismo, de ser extranjeros en nuestro tiempo, del conformismo y del desprecio de nuestra propia realidad, que rescató, poniendo toda el alma en ello, el amor lúcido a lo español, la abrumadora ternura, "el dolorido sentir", que nos permitió ser nosotros mismos y ver, como nunca antes se había visto, la tierra española y cuanto en ella ha acontecido; que nos dejó en libertad para vivir en una España nuestra, para mirar a un futuro que no fuera el pasado reflejado en un espejo.
"Vivir es ver volver", dijo una vez y otra. ¿Y morir? Creo que ahora tendrá Azorín, junto, ante sus ojos nuevamente abiertos, todo lo que fue mirando con amor durante casi un siglo, lo que interpretó con clarividencia y transmutó en belleza inmarcesible, en incorruptible lengua española. Después de Azorín -lo dije el día que cumplió noventa años-, ya nunca podremos estar solos en España.
Siento ahora la necesidad de tender la mano a Azorín, en despedida, y de darle las gracias. Y de darle gracias a Dios por él".
Han pasado treinta años, el espacio de dos generaciones. Desde mucho antes hasta ahora, he escrito largamente sobre Azorín: con estos escritos se podría componer un regular volumen, y no son ciertamente los únicos; sin embargo, la ignorancia hace creer a algunos que se lo ha redescubierto hace unos meses. El hecho es que la lectura de Azorín ha sido inferior a la necesaria para la salud de un país. Las dificultades han sido considerables; a la muerte de Azorín, la Colección Austral ofrecía veintiocho libros suyos, accesibles a todos; habría que preguntarse cuál es la situación actual del posible lector.
Se llevan por lo menos dos decenios disuadiendo de esa lectura; son muchos los que fingen desdeñar lo que no conocen. Se ha procurado voluntaria, tenazmente, el empobrecimiento de las generaciones jóvenes -es una empresa a la que muchos, por diversos motivos, están dedicados.
¿Con qué resultado? Bastante apreciable, hay que reconocerlo, y en tantos aspectos; casi todos los días se pueden leer "estudios" de pretensión intelectual o erudita en que se desconoce absolutamente cuánto se ha hecho en España, aunque pueda ser parte considerable de lo mejor existente. Hay lo que se podría llamar un "primitivismo inducido", del que los que lo padecen pedirán cuentas algún día; pero ¿tendrá entonces remedio?
Para volver a Azorín, cada vez se afirma más mi convicción de que entre todos sus admirables compañeros de generación intelectual y literaria, todos irrenunciables, insustituibles, en modo alguno intercambiables, es el de mayor amplitud y riqueza. A su lado, todos los demás parecen limitados, confinados a ciertas cuestiones, a ciertos aspectos de la realidad, que descubrieron, exploraron, transmitieron con prodigioso acierto y talento.
Azorín lo abarcó todo. Si se reunieran por orden cronológico sus escritos sobre autores españoles, desde el Poema del Cid hasta los mucho más jóvenes que él, se tendría la mejor historia de la literatura española, la más viva, comprensible, entrañable.
Si se tienen presentes sus escritos sobre la realidad física, urbana, histórica de España, se ve el mapa íntegro de nuestra nación, con el máximo relieve de todos sus miembros, de sus partes, potenciadas en su verdadero contexto, en su vida efectiva, sin aislamientos ni suplantaciones.
Y todo ello con una visión histórica que los historiadores tienen que poseer; cada elemento está alojado en su tiempo, no en una mera cronología sino en la temporalidad viva, en el estilo, la sensibilidad, los problemas, los deseos que constituyeron la vida en cada una de sus fases.
Los autores estudiados por Azorín son siempre "alguien", no el desconocido firmante de unas páginas que pueden ser egregias pero no tener que ver demasiado con nosotros. Aparecen como hombres o mujeres que alentaron en una circunstancia precisa, que tuvieron que hacer en ella sus vidas, entre estímulos, dificultades, dolores, ilusiones, éxitos o fracasos que los acercan a nosotros y nos hacen entenderlos. Cuando dice al cura del siglo XVIII, Bejarano Galavis, el de Riofrío de Ávila, "Siento, como si fueran míos, tus dolores", está expresando Azorín su misión de resucitar históricamente a los muertos -la otra resurrección, la verdadera, la que importa, aquella que se quiere olvidar, está en manos de Dios y no de los hombres, que no llegan a tanto-.
Pero hay un problema que casi siempre se pasa por alto: la realidad de las personas. ¿Cuánta y cuál es la que poseemos? ¿No es esto algo decisivo? ¿Cómo se puede olvidar? Yo invitaría a hacer esas cuentas. Cada país, en cada época, hubiera debido hacerlas; acaso la historia sería distinta, más rica, interesante y justa.
Pienso que si miramos a los españoles actuales, a los que ahora viven, se podrían descubrir diversos grados de realidad -nada menos que eso-, según lo que llevan dentro, lo que constituye el contenido efectivo de sus vidas, que no se reduce a España, por supuesto, pero empieza por ella, ya que a través de ella se percibe, comprende y asimila lo demás. Me pregunto, al cabo de treinta años, quién lleva dentro a Azorín. Es sólo un ejemplo, pero puede ser revelador del estado en que nos encontramos. Si se mira bien, se encontrará, acaso con sorpresa, que las diferencias pueden ser enormes.

06 03 1997 ¿Quién lleva dentro a Azorín? por  Julián Marías

1926             "La dirección de la Academia

10 09 1931 Artículo de Azorín sobre "La Iglesia en España" en el periódico Crisol
19 03 1932 Artículo de Azorín sobre Juan Ramón Jiménez y el libro España de Madariaga en el periódico Luz, proviniente del periódico "La Prensa" de Buenos Aires. 
13 07 1943  ABC "Unamuno" de Julián Marías
 04 12 1943  ABC "Jovellanos"
1945 Revista de estudios políticos nº 24 La prudencia y el tiempo
07 02 1950 ABC Machado en su sitio
02 01 1951 ABC Dos peligros
11 01 1951 ABC De tramo en tramo
25 01 1951 ABC "La campana de Huesca"
31 01 1951 ABC  María de Guzmán
08 02 1951 ABC Los espectadores
13 02 1951 ABC Julio Burell
22 02 1951 ABC Una condesa
27 02 1951 ABC Guevara
09 03 1951 ABC Conversiones
14 03 1951 ABC Un viaje
17 03 1951 ABC Gramática
24 03 1951 ABC Cánovas
28 03 1951 ABC Juan Ruiz
03 04 1951 ABC André Gide
05 04 1951 ABC Rocroy
07 04 1951 ABC Gallego
12 04 1951 ABC Río Rosas
19 04 1951 ABC Un cincuentenario, de Pi y Margall
26 04 1951 ABC El no
02 05 1951 ABC La pintura
04 05 1951 ABC Cecilia
08 05 1951 ABC El asunto Vargas
16 05 1951 ABC Nieremberg
24 05 1951 ABC Las posadas
31 05 1951 ABC La Pardo Bazán
06 06 1951 ABC Lázaro González
09 06 1951 ABC Fray Luis de León
20 06 1951 ABC Hurtado de Mendoza
23 06 1951 ABC Detalles
26 06 1951 ABC Como un sueño
30 06 1951 ABC Valdés
07 07 1951 ABC La cortesía
14 07 1951 ABC El paciente
21 07 1951 ABC Idioma
26 07 1951 ABC La estepa
08 08 1951 ABC Retratos Fray Luis de León
12 08 1951 ABC Una comida
12 08 1951 ABC El Arcipreste
16 08 1951 ABC Doloras
19 08 1951 ABC Almansa
06 09 1951 ABC La rosa de oro
12 09 1951 ABC El Liceo del Palacio de Villahermosa
20 09 1951 ABC El doctor Asuero
29 09 1951 ABC Un verso de Campoamor
04 10 1951 ABC Sartorius
05 10 1951 ABC Lorenzo Hervás
14 10 1951 ABC El imperio inglés
19 10 1951 ABC Balmes
24 10 1951 ABC Balmes, 1910
26 10 1951 ABC Quevedo, traductor
07 11 1951 ABC Fermín Caballero
15 11 1951 ABC En Nájera
17 11 1951 ABC Nicolás Antonio
28 11 1951 ABC Ideación en Castelar
01 12 1951 ABC Silvela, Cervantes
02 12 1951 ABC La desconfianza
06 12 1951 ABC Fenelón
09 12 1951 ABC La pintura
12 12 1951 ABC Los tres grandes
13 12 1951 ABC Tordesillas
22 12 1951 ABC Ver y pintar
27 12 1951 ABC Erasmo
28 12 1951 ABC El Emperador
30 12 1951 ABC Rioja
05 01 1952 ABC En la mesa
17 01 1952 ABC Nuestro carácter
25 01 1952 ABC La materia histórica
31 01 1952 ABC "Ne quid nimis"
06 02 1952 ABC El color
10 02 1952 ABC Una comedia moderna
12 02 1952 ABC Lo que no es historia
17 02 1952 ABC Antonio de Solis
22 02 1952 ABC Envío
29 02 1952 ABC Los animales
06 03 1952 ABC Dos mujeres
12 03 1952 ABC Duelos y quebrantos
13 03 1952 ABC Tres emperatrices
16 03 1952 ABC Mella
20 03 1952 ABC La novela
28 03 1952 ABC Leer y lectores
03 04 1952 ABC Egipto
05 04 1952 ABC Wagnerismo
13 04 1952 ABC Existencialismo
15 04 1952 ABC Un drama de Sardou
19 04 1952 ABC Curiosidades idiomáticas
30 04 1952 ABC Salaverría
02 05 1952 ABC Españolismo
11 05 1952 ABC Barcia en París 
15 05 1952 ABC La vejez
25 05 1952 ABC Los viajes
30 05 1952 ABC Napoleón
03 06 1952 ABC El director
07 06 1952 ABC Nota a Valera
11 06 1952 ABC La historia incidental
15 06 1952 ABC Veladas marroquíes
20 06 1952 ABC En Santa Elena
22 06 1952 ABC La Emperatriz
26 06 1952 ABC El Índice
10 07 1952 ABC El régimen interior
22 07 1952 ABC Una enferma
27 07 1952 ABC Juan de Ávila
14 08 1952 ABC La Santa
16 08 1952 ABC Las cartas
17 08 1952 ABC María Magdalena
26 08 1952 ABC Lo inexplicable
29 08 1952 ABC Teresismo
04 09 1952 ABC Un mensaje
23 09 1952 ABC Los últimos
28 09 1952 ABC Cuestión europea
10 10 1952 ABC Con Bretón
02 11 1952 ABC La trayectoria
07 06 1953 ABC Oración del poeta
16 06 1953 ABC Cima de la delicia por Julián Marías, sobre "Doña Inés" de Azorín
29 11 1953 ABC Homenaje nacional a Azorín
18 05 1954 ABC El circunspecto en palacio
26 05 1954 ABC Un discurso
20 06 1954 ABC Azorín o la incomodidad por Marino Gómez Santos
01 08 1954 ABC Una imagen, sobre Menéndez Pelayo
14 09 1954 ABC El conde de Romanones
09 12 1954 ABC Lluvia en el campo
29 12 1954 ABC "Hedda Gabler"
15 02 1955 ABC Un centenario
10 04 1956 ABC Más de Menéndez Pelayo
17 04 1956 ABC Con el general Vigón
06 07 1957 ABC Saavedra Fajardo
19 07 1957 ABC Illescas, Toledo
26 07 1957 ABC La casa triste
03 08 1957 ABC Cuatro parejas
14 08 1957 ABC Las cartas perdidas
31 08 1957 ABC Los viejos
25 09 1957 ABC Las abejas
18 10 1957 ABC La picaza manchega
19 12 1957 ABC Situación de Góngora
20 07 1958 ABC El viaje a San Sebastián 1
20 07 1958 ABC El viaje a San Sebastián 2
24 08 1958 ABC Las tres despedidas
18 12 1959 ABC Alfonso XII
30 01 1960 ABC Sebastián Miranda
29 06 1960 ABC Recuadro de la red verde







Artículos de Azorín en la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes

Artículos de Azorín en el periódico La Vanguardia y comentario sobre su vida y su obra.

Rubén Darío visto por Azorín por Jose Luis Cano


Homenaje a Azorín (1973). Universidad de Wyoming Ed. Carlos Mellizo. Julián Marías escribe un artículo: "Azorín y la Realidad"

13 06 1973 Azorín y las generaciones por Julián Marías
05 08 1984 El despojo consentido por Julián Marías

12 08 1984 El eclipse de Azorín por Julián Marías

17 03 1985 Azorín, espectador de sí mismo por Ricardo Gullón


04 08 1989 Una preferencia de Azorín por Julián Marías

02 03 1992 Azorín, "Con amor y sin engaño" por Julián Marías


02 09 1993 El París de Azorín por Julián Marías

20 10 1994 Azorín como antídoto por Julián Marías


19 04 1996 La generosidad de Azorín por Julián Marías

06 03 1997 ¿Quién lleva dentro a Azorín? por  Julián Marías


23 08 2001 Azorín en movimiento por Julián Marías

25 07 2002 Azorín, 1902 por Julián Marías

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